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28.8.11

100 años del robo de La Gioconda


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La victima
El cuadro La Gioconda, también conocido como La Mona Lisa, La Monna Lisa, La Joconde en francés o Madonna Elisa, es una obra pictórica de Leonardo Da Vinci. Desde el siglo XVI es propiedad del Estado Francés, y se exhibe en el Museo del Louvre de París. Su nombre oficial es Gioconda (que, traducido del italiano al castellano es alegre), en honor a la tesis más aceptada acerca de la identidad de la modelo, apoyada en el hecho de que era esposa de Francesco Bartolomeo del Giocondo y que su nombre era Lisa Gherardini.
Es un óleo sobre tabla de álamo de 77 x 53 cm, pintado entre 1503 y 1506, y retocado varias veces por el autor. La técnica usada fue el sfumato, procedimiento muy característico de Leonardo. El cuadro está protegido por múltiples sistemas de seguridad y ambientado para su preservación óptima. Es revisado constantemente para verificar y prevenir su deterioro.



El ladrón
Vincenzo Peruggia, un carpintero ex empleado del Louvre, entró en el museo el 21 de agosto de 1911 a las 7:00 de la mañana. Vestía la bata blanca con la que acudía a trabajar al Louvre el personal y, con toda la normalidad del mundo, atravesó las salas hasta llegar al Salón Carré para secuestrar a la reina de la exposición: La Gioconda. Descolgó el cuadro, salió a un espacio menos expuesto y separó la imagen del marco y el vidrio que la protegían. La Gioconda salió del museo tapada con la bata blanca, pasando incluso por delante de La Victoria de Samotracia, otra de las joyas de la colección que acapara la atención de los visitantes. Ese era el día de descanso semanal, no habría aglomeraciones, pero tardarían poco en darse cuenta de su ausencia. El ladrón guardó el cuadro, que Leonardo Da Vinci pintó entre 1503 y 1506, durante dos años en su casa. La policía incluso la registró pero no encontraron nada. Pero Vincenzo Peruggia solo era el ejecutor del robo, una de las piezas de un puzzle diseñado por un misterioso marqués argentino, Eduardo de Valfierno. Él encargó a Yves Chaudron, un virtuoso falsificador, seis copias perfectas de La Gioconda para poder venderlas como si fuesen el original a diferentes coleccionistas. Una vez la noticia saltó, el 22 de agosto en Francia, se extendió por todo el mundo y no tuvo problema para encontrar compradores, claro que cada uno creía que su Gioconda era la única, la original. No sería hasta 1913 cuando seducido por un anuncio que leyó en un diario italiano, que ofrecía pagar buen precio por "objetos de arte de cualquier tipo", Peruggia escribió una carta a quién lo escribía, Alfredo Geri. "Tengo La Gioconda y deseo devolverla a mi país" decía la carta que firmó como Leonardo. Geri desconfiado le invitó a Florencia para poder llevar a cabo la compra pero cuando se reunieron el 10 de diciembre estaría acompañado por su amigo Giovanni Poggi, director de la Galleria degli Uffizi, y ambos descubrieron que lo que Peruggia traía envuelto en una tela roja, en el doble fondo de su baúl, era el original de La Gioconda con el sello oficial del Louvre al dorso de la tabla.

Un final feliz
La Gioconda volvió al Museo del Louvre el domingo 4 de enero de 1914. Después de haber sobrevivido a esta aventura de 2 años y 111 días en la habitación de Peruggia, después de haber acompañado en su dormitorio a Napoleón, a Luis XIV, de haber vivido con Francisco I de Francia y con su creador, Da Vinci, no creería que esta iba a ser su última aventura, porque tendría muchos más admiradores que querrían hacerse con ella, o por lo menos intentarlo.

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